
Por: Huarachín
En México, la palabra migajero suele aplicarse a quienes se conforman con las sobras. En el amor, en la mesa o… en la política.
En este último terreno —donde la ambición suele ser desmedida— hay personajes que, por más que se disfracen de luchadores sociales, terminan mostrando que lo suyo no es otra cosa que el arte de recoger lo que les caiga.Ese parece ser el caso del alcalde independiente de Uruapan, Carlos Manzo.
Su trayectoria, marcada por saltos entre el PRI, el PRD, Morena y sus dos incursiones como “independiente”, se explican más como la búsqueda constante de beneficios personales, que como un proyecto ideológico. Como ejemplo de esto, tenemos su paso como aviador del IMSS, donde cobró sin trabajar: Migajero.
El luchador social de “ocasión”Cuando un partido dejó de servirle, Manzo se volvió una fiera contra quienes antes lo beneficiaban. Señaló a Víctor Manríquez y al exgobernador Silvano Aureoles de criminales, narcopolíticos y saqueadores.
Prometió cárcel para los bandidos y justicia para el pueblo; aunque todo terminó en estridencias mediáticas. No es que aquellos políticos fueran santos, jamás les escamotearíamos sus responsabilidades; pero sí resulta evidente el uso faccioso de la denuncia, más que justicia, era un berrinche por la pérdida de patrocinio.
Con Nacho Campos, exalcalde de Uruapan, sucedió lo mismo: cuando no le otorgó los 100 mil pesos mensuales que le exigía para atenciones médicas de sus seguidores y los 20 puestos en la presidencia municipal, comenzó una guerra mediática en su contra que persiste hasta este día.
Ya ni hablar de las mentadas de madre que le lanzó al gobernador o la farsa de la toma “simbólica” de la torre del teleférico, en busca de beneficios personales. La lógica es simple para el del sombrero: si no me das, me convierto en tu peor enemigo.Un Bukele de a mentiritas
El mote se lo pusieron sus propios incondicionales: Manzo gusta de insultar en público, llamar “criminales” a sus adversarios, “chayoteras” a las páginas críticas y “huevones” a quienes protestan. En suma: una versión tropicalizada de Bukele, aunque con sombrero y sin ejército. Se vanagloria de combatir personalmente al crimen organizado, como si fuera un Rambo purépecha.
El detalle es que Uruapan sigue apareciendo entre las ciudades más peligrosas del país, con tasas de homicidio doloso por encima de la media nacional (más de 80 por cada 100 mil habitantes, según datos del SESNSP 2024).Pero en su narrativa, él es un héroe solitario, el que anda entre cerros o en vuelos incansables de su helicóptero, en busca de maleantes a quienes abatir.
La Guardia Ciudadana del Sombrero fue su invento estelar: un grupo con el que prometió enfrentar al crimen organizado, pero que al final solo sirvió para “disuadir” protestas ciudadanas.
Ante su fracaso, reculó: dijo que eso era tarea del Estado y la Federación: Migajero de reflectores, pues.El sombrero de un tiranoEl perfil psicológico del alcalde encaja con los manuales sobre liderazgos autoritarios:Narcisismo y necesidad de reconocimiento. Vive de la adulación en redes sociales y en eventos donde se monta como protagonista.
Miedo a perder el poder. Construye enemigos comunes (la prensa, adversarios políticos, minorías) para mantener cohesionados a sus seguidores.Difusión de logros inflados. Controla la narrativa a través de medios a modo, invisibiliza fracasos y se coloca en la figura de “visionario”.
Autoconsumo de su propaganda. Termina creyéndose su propio discurso, atrapado en la maquinaria que él mismo generó.¿Les suena a algo conocido? Es la fórmula que han usado los dictadores en regímenes personalistas, de Mussolini a Trump, pasando por los más recientes populismos latinoamericanos.
El futuro que se avecinaLo curioso es que Manzo ya se ve en 2027 aspirando a la gubernatura de Michoacán. Incluso, sus aplaudidores lo imaginan sentado en la grande, en la mismísima silla presidencial. Sin embargo, la realidad podría ser otra: su figura se diluye cada vez más a causa de una precampaña adelantada en exceso, marcada por una ambición desmedida y la obsesión de acumular likes en sus montajes en vivo de Facebook.
Se regodea entre redes sociales infladas que solo alimentan su ego, mientras la ciudad se desangra bajo su mandato. Al mismo tiempo, surgen nuevas figuras políticas que le disputarán el espacio en el 2027, frente a un alcalde “independiente” que luce ya muy desgastado a la mitad de su gobierno.
Recapitulación Carlos Manzo se ha construido como personaje ficticio: sombrero, bolsa de yute y huaraches; retórica de luchador social, pose de superpolicía con chaleco antibalas. Pero en los hechos, gobierna mal un municipio que merece mucho más. En donde su miedo más profundo, es perder las migajas que aún recoge.
Porque, como en las tragedias clásicas, el héroe autoproclamado acaba devorado por su propia soberbia. Y lo que en Uruapan necesitan, más que un Robocop de sombrero, es un gobernante serio que deje de jugar con las migajas del poder.